Como un castillo de arena se desvanecía... Era fuerte y consistente, mientras el sol y la calma le rodeaban, no se tambaleaba al mínimo soplo de viento.
Necesitaba de algo más fuerte para derrumbarse, el poder del agua, capaz de llevarse recuerdos, pasiones y alegrías en cualquier momento.
Llegaba poco a poco, y poco a poco se llevaba todo lo que una vida llevaba construyendo...
Cuando el agua lo atravesó por completo, llevándose consigo hasta el último grano de arena se dio cuenta que alguien nuevo llegaría y con amor, esfuerzo y trabajo, recogería todo aquello que una vez el agua se llevó, lo construiría mas grande, con una muralla, incapaz de atravesar, dispuesto a luchar ante la adversidad de todo fenómeno natural...
Y es ahí, en esa milésima de segundo, cuando comprendió que aunque lo construyera una y otra vez, de mil maneras diferentes,estaba ligado a permanecer enredado entre los brazos de aquello llamado vida...

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